viernes, 29 de enero de 2010

Todo con ella


     Sabrina siempre fue una mujer increíblemente atractiva. Desde que la conocí hace más de veinte años en la universidad, su belleza y presencia rindieron mis sentidos e imaginación a su existencia. El impacto que ella tuvo desde siempre en mí, se ha transformado en los vividos recuerdos que de ella conservo.
     Evidentemente evoco cuando la conocí con fiel exactitud. Cómo iba vestida, su rostro y hasta su peinado. Nimiedades, como el agujerito descosido de no más de medio centímetro en su pantalón verde militar a la altura del muslo que dejaba ver el tono de sus hermosas piernas.
     Como es natural a través de los años ambos hemos cambiado, sin embargo, ella nunca ha dejado de ser hermosa y sensual. En sus veintes, bien pudo pasar por una modelo de pasarela. Alta, delgada, garbosa. Con un cuerpo que arrancaba suspiros de sus profesores y compañeros. Encabezando la lista yo por supuesto. En sus treintas parecía una actriz italiana de cine erótico, voluptuosa y despampanante. Recuerdo que por esas épocas hasta a mi padre se le iban los ojos y no reparaba en lisonjas atrevidas para ella cada vez que presentaba la oportunidad.
      Ella por su parte siempre fue muy sencilla. Al parecer y muy a mi pesar, nunca fue consciente del atractivo que poseía. Por lo que los halagos y piropos, resbalaban en su alma o se le figuraban exageraciones condescendientes de sus conocidos.
     Repelo de esta personalidad excesivamente modesta, porque considero que no le permitió gozar su sensualidad al máximo. Por fortuna, por siempre y hasta ahora logré convencerla de dejarse tomar fotos desnuda o semidesnuda. Alegando que su belleza era mi obsesión, se dejó capturar por mi lente en imágenes que rivalizan en sensualidad con las mujeres de muchos cuadros de Modigliani.
      La verdad es que esas fotos cuidadas y con estilo son un tesoro gráfico de todas sus edades. En aras de cumplir otra de mis locas fantasías con ella, algunas de ellas las subimos a internet con el rostro oculto, cuando pusimos un anuncio swinger,. Ninguna de las personas que la vieron, cuestionó su gran belleza y sensualidad.
      Actualmente ambos ya pasamos de los cuarenta y cuando hacemos el amor, su cuerpo se me antoja más suculento y deseable que nunca. Su belleza ha madurado exquisitamente y he aprendido a saborearla y degustarla como nunca. Es tanto el placer que me embarga ahora cuando la acaricio, la beso y la poseo que no acabo de salir de mi asombro de sentir tan intensamente las delicias de su ser. Incluso ahora gozo más que cuando recién la conocí. Cada vez se me antoja más apetitosa y arrebatadora que nunca. Tanto así, que he decidido vivir a como dé lugar con ella todos los sueños locos, en los que una y otra vez la he recreado en mi imaginación.
      La verdad es que ella siempre ha sido la protagonista sensual de todas las posibilidades sexuales que se me han antojado más deseables. Es como si ella fuera una estrella de cine erótico y yo su más ferviente admirador. Para mi no hay papel, que no juzgue digno de ella. Cuando le comencé a confesar mis ilusiones de involucrar a más personas en nuestras relaciones sexuales, estoy seguro que no pude convencerla, de que era a ella a quien quería disfrutar en situaciones y formas completamente novedosas.
      Cuando exploramos el mundo de los intercambios de pareja, lo que realmente me ponía terriblemente excitado, era lo que ella sintiera en cada momento. Contemplarla gozando de caricias y besos ajenos. Notar crecer en ella la excitación y acariciarla junto con terceras manos eran para mi toda una delicia.
      Incluso si yo poseía a otra mujer, como ocurrió una sola vez. Lo que deseaba era percibir su nerviosismo sensual y su excitación al verme follar a otra hembra. Saberla excitada mientras nos mirábamos mutuamente compartiendo nuestra intimidad con extraños. Siempre quise sentir en esos momentos sus caricias también. Por desgracia nunca ocurrió así, como hasta ahora.
     Muchas veces la imaginé haciendo el amor con otros hombres mientras yo la miraba. La visión sensual de su belleza colmada hasta el hartazgo de lascivas lisonjas y sexos masculinos extraños, podría llevarme al orgasmo pletórico sin ni siquiera tocarme.
      Además de su belleza, creoque  no soy del todo consciente de lo que la hace últimamente tan apetecible y provocadora para mí. Posiblemente la sensación subconsciente de que ahora ambos podemos compartir del mismo modo el hambre de nuestra sexualidad desbordante. Sentirnos arrebatadoramente atraídos por situaciones que rompen con los parámetros de normalidad de la vida diaria y de la sociedad. Ahora cuando ella está excitada destila lascivia pura. Y eso me vuelve más loco incluso que su hermosura.    
     Seguramente esta conducta renovada es lo que nos permitió gozar como nunca de otra locura juntos.

     Todo empezó una preciosa tarde de sábado en la que estábamos muy relajados y a gusto platicando en la terraza de nuestro departamento. El sol iluminaba los árboles y el viento templado de una tarde de verano acariciaba nuestros rostros, mientras disfrutábamos una deliciosa compa de tinto Ribera del Duero y un jamón serrano de bellota, pata negra.

- ¿Sabes amor?... Se me antojaría extremadamente sensual y excitante que saborearas lo que yo siento, cuando te hago el amor. Por lo menos la parte física de los sentidos.¿Me entiendes?... – pregunté divagando, y sin esperar la respuesta proseguí.

- Quiero decir, me encantaría que con tus sentidos excitados experimentaras como se siente la sensualidad femenina. Qué la saborearas y la disfrutaras.

- ¿Ese es tu pretexto para ahora involucrar a una mujer en nuestras relaciones?- comentó entre bromista y recelosa.

- No es una mera justificación. Es en realidad lo que pasó por mi mente hace unos minutos. Tal cual. Pero si te molesta ya no hablo del asunto.

- ¡Pero no te pongas así!, sólo quiero saber por qué lo mencionas ahora y nunca antes comentaste una fantasía como esa.

- ¡Ayyy amor!... Lo que pasa es que últimamente disfruto tanto cuando hacemos el amor que las deliciosas sensaciones permanecen en mi memoria mucho más tiempo. De hecho, antes de comenzar a hablar de esto estaba recordando escenas de la última vez que hicimos el amor, hace tres días. Vinieron a mi memoria la deliciosa morbidez de tus carnes. El sabor de tu piel del néctar de tu vulva. Entonces, fue que comencé a pensar lo que inicialmente te dije. Comencé a imaginar que podía compartir con tus labios y lengua la lubrica sensación de un sexo como el tuyo, y bueno de ahí se trenzó el resto de la fantasía.

- ¡La verdad no se me antoja para nada!, a mi me gusta más el sexo del hombre.

- ¿Cómo puedes decirlo si nunca lo has probado?- comenté.

- ¿Tu podrías hacer lo inverso?- me retó.

- Sabes que si y aunque no es mi vicio, podría disfrutarlo contigo.

- De seguro ya tienes alguna candidata para esta aventura ¿verdad?- se burló.

- No, no tengo en mente a nadie en especial, ya que pienso debe ser alguien que te guste lo suficiente a ti como para animarte. Podría solamente dar sugerencias si lo pienso un poco-.

     Aunque ella no estaba realmente interesada, la curiosidad la hizo seguir preguntando.

- ¿Y quién, según tu, podría ser una digna candidata?-.

- Lo primero que se me viene a la mente por supuesto es lo más sencillo, podríamos contratar a una sexo servidora. Entrar a una página en internet de las que hay muchas, mirar las fotos y escoger unas cuantas de las que más te agraden. Luego mandarles un mail o hablar por teléfono con ellas para ver si dan el servicio que tenemos en mente y listo, decidirnos.

- ¿Pero con una puta?. La verdad, menos se me antoja -.

- Te estoy hablando de putas de lujo, no de medio pelo ¿eh?. Podrías verlas al menos y entonces me dices.

- Pues serán muy de lujo, pero por su oficio están demasiado expuestas para mi gusto a enfermedades y aunque se cuiden, que no dudo deben hacerlo. Eso me pone muy nerviosa y no termina de gustarme que sea así- sentenció con firmeza.

- Pues entonces creo que estará más difícil de lo que pensaba. ¿Alguna de nuestras conocidas te gusta un poquito al menos?. Pregunté buscando otras alternativas.

     Aunque en el fondo sabía que era una pregunta inútil, ya que nuestro círculo social era sumamente reducido. Se limitaba a mis cuñadas y un par de amigas de ella.

- ¿Y a ti? ¿Te gusta alguna?- me preguntó con cierta intensión, como esperando que le confesase algún un pecado.

     Traté como siempre de pensar lo más objetivamente posible para responder la pregunta adecuadamente sin caer en su treta.

- La verdad nunca había pensado en ello hasta ahora que me lo preguntas. Pero si tuviera que escoger pensaría en Irina, refiriéndome a una de mis cuñadas. Pero dudo mucho, que tengamos alguna posibilidad con ella. Aunque nada se pierde con preguntar.

- Sabía que pensarías en ella. Y si ciertamente es la que más me gusta. Pero lo cierto es que no me la imagino accediendo a tus juegos ni a ella ni a tu hermano.

- Temo que coincido contigo- comenté resignado.

- Aunque si has dejado transcurrir este dialogo por más que mera curiosidad, déjame decirte que siempre hay otras opciones. Una es que cada vez que salgamos vayas con la mente en el ligue. Y tal vez encuentres una nueva y cachonda amiga.

     La otra, probablemente la más segura. Es que entres a una de estas redes sociales en internet. Seguro encontrarás muchas mujeres bisexuales o lesbianas que les interesará tu amistad ya sea platónica o tangible.

- ¿Y tú que sabes de esas redes?...-

- La verdad sólo lo básico, ya que mientras navego, he estado de chismoso algunas veces. Lo cierto es que he visto que muchas mujeres tienen perfiles cuyas preferencias son relacionarse con mujeres bisexuales o lesbianas. Yo creo que no perderías nada y si no encuentras a nadie, igual podrías divertirte un rato y hacer algunos amigos por el ciber espacio.

     Pasaron los días y a menudo me preguntaba si mi esposa habría colocado un perfil en alguna red social. A pesar de mi curiosidad y de la mella que había dejado en mi el tema de nuestras últimas confidencias, no quise entremeterme y parecer ansioso. De un tiempo para acá había resuelto dejar que las cosas tomaran su curso de acuerdo a sus ganas y deseos. Yo sólo pondría a veces algunas ideas.
     Un par de semanas después de la charla en la terraza, salimos de paseo a Morelos con mi hermano y su esposa Irina. La intención era simplemente salir a descansar y relajarnos del estrés y la rutina. Cómo en otras ocasiones, rentamos una casita de campo con alberca.
    Al llegar tristemente me di cuenta que había olvidado mi traje de baño debido a la costumbre de andar desnudo siempre que íbamos solos Sabrina y yo. De inicio, me resigné al pensar que no podría disfrutar del sol y el agua, y que me la pasaría tomando vino y picando la botana que habíamos llevado. Pero cuando desempacamos y miré el día maravilloso que hacía decidí verme osado.

- Les molesta si ando desnudo en la alberca- pregunté cortésmente. Es que no empaqué mi bañador.

    Mi hermano como siempre, siendo un tipo totalmente laxo de moral, me hizo un gesto de circunstancia, como diciendo que le importaba un bledo. Su esposa en cambio si se sorprendió un poco, pero tras meditarlo un poco, le pareció que no había nada de malo en ello así que dio su consentimiento tan bien.

- Qué casualidad que el exhibicionista olvidara su traje de baño... jajaja - rió Sabrina con sarcasmo.

    Así que mientras todos ellos se iban a poner sus trajes de baño yo me quedé desempacando las viandas y el vino. A los pocos minutos, mientras yo me tomaba una cerveza y pizcaba un trocito de queso azul. Salió mi hermano con su mujer. Ella vestía un bikini de color pastel y él, el clásico boxer amarillo subido. Tras ellos venía Sabrina, elegante y sensual con un traje de una sola pieza.
    En vista de que ya estaba todo preparado y listo les ofrecí un poco de vino a todos y nos dispusimos a relajarnos. Octavio e Irina se recostaron en las tumbonas, ella a pleno sol y él bajo la sombra de un Tabachín. Sabrina que es muy sensible de la piel se sentó junto a él mientras bebía su vino.
    Mientras Irina se untaba el bloqueador sobre todo su cuerpo, Sabrina dijo burlona en clara alusión a mi persona.

- ¿Y a que hora va empezar el show?... ¿O ya te arrepentiste?-

    Irina rió mientras me miraba y me animaba divertida.
    Yo sonreí.

- No es ningún show- contesté-. Simplemente tengo ganas de asolearme y refrescarme en la alberca.

     Después de decir esto, con toda naturalidad me fui despojando de la ropa hasta que quedé sólo con mis boxers.
     Sabrina decía que era ropa interior de astronauta, ya que eran boxers ajustados de color azul y con un escudo en la pierna izquierda. En realidad, cuando me ví, me di cuenta que podían pasar como bañador. Siempre y cuando no se mojaran.
     Pero en vista de tanto alboroto por mi faena de estripper improvisado, decidí cumplir mi amenaza.
     Así que acercándome a una tumbona expuesta al sol, me bajé sin tapujos los calzones, quedando totalmente desnudo con mis testículos depilados y mi vello bien recortado.

- ¡Aahhhhh!... ¡Jajajaja! – gritó y rió Sabrina incrédula y nerviosa de que cumpliera hasta el final.

     Irina se reía y parecía que no atinaba si desviar o no la mirada de mi persona. Mi hermano sonreía divertido.
     Yo sin pena ni gloria, me rocié con el bronceador en aerosol y comencé a embadurnarme la totalidad de mi piel hasta quedar completamente lustroso. Al final me tiré sobre la tumbona para tomar el sol.
     Debo confesar, que de inició no era mi intención hacer o sentir nada con visos lascivos. Pero desde que comencé a desvestirme, presa de una ligera excitación por el exhibicionismo junto con el calor del ambiente, sentí como mi polla se amorcillaba un poco. No mucho, pero si lo suficiente para parecer más grande de lo que es en realidad.

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